Más de cien años han pasado y el legado del médico vienés sigue vivo y en transformación constante. En pleno siglo XXI los psicoanalistas nos interesamos en los afectos, las repeticiones, vacíos, angustia, el tiempo psíquico, ansiedad, enfermedades psicosomáticas, depresiones, locuras privadas y locuras públicas, cuentos, películas, música, sueños, lapsus, olvidos, traumas, placer, displacer, masoquismos morales, envidias, odio, rencor, construcción de la psicosexualidad, narcisismos, pulsión de vida, pulsión de muerte, representaciones, pesadillas, entre otros componentes de lo humano.
Todo ello para construir un camino con el paciente de autoconocimiento y construcción a partir del cual poder encontrarse y vivirse de forma más auténtica, amistarse con los conflictos y contradicciones implicados en el vivir y que conforman nuestro interior; para vivirnos con límites, finitos y con las posibilidades que ello permite.