El juego para el psicoanalista Donald Winnicott no es lo mismo que jugar. Ya que implica no sólo un acto lúdico o de descarga; sino que implica procesos psíquicos que ponen en el juego el mundo interno del niño para elaborar conflictos, fantasías, deseos, afectos o vivencias que el niño de forma activa elabora para construir y comprender al mundo circundante y a sí mismo.
Todo esto en un espacio transcicional que no es completamente el mundo externo ni completamente el mundo interno. Es un espacio intermedio que le permite hacer contacto con la realidad externa e interna.
De esta manera, en este espacio y gracias al juego, el niño y el adulto pueden encontrarse a sí mismos de forma más auténtica. Ya que se juegan a sí mismos y a sus recursos, creando y descubriéndose. La creatividad como la manera en la que se es auténtico va más allá de la creación artística; está en la capacidad de jugarse todo para construir una vida auténtica y placentera con todos los matices de estar vivo y sentirse vivo, con las emociones, los riesgos, las pérdidas, ganancias, éxitos y fracasos. Todo esto a lo que le damos la vuelta para seguirnos transformando.
El espacio analítico es uno de estos espacios intermedios, donde en compañía con el analista se crea y descubre al «sí mismo» más auténtico y la capacidad creativa de cada paciente, todo al ritmo que marca la individualidad.
Escrito por psicoanalista Sandra Lara