La importancia de la presencia afectiva del padre

Convertirse en padre conlleva todo un proceso psíquico y emocional. Es todo un reacomodo de lugares en un sistema. Tanto en hombres como mujeres, el asunto de la parentalidad implica renunciar a ese lugar infantil donde somos cuidados por nuestros padres para ahora pasar a ser el rol del cuidador pues ahora somos nosotros como padres quienes deberán hacerse cargo de ese infante. Desde ahí la frase: «Un hombre se convierte en padre cuando renuncia a ser hijo». En otras palabras: se debe poder soltar las propias demandas infantiles para atender las nuevas demandas que implican tanto la paternidad como la maternidad. Lo anterior no significa olvidar o abandonar a los padres (ahora abuelos también) si no relacionarse desde otro lugar. Por ello es importante poderse hacer cargo de uno mismo para posteriormente ser sostén de nuestros hijos.

Siguiendo las ideas de la psicoanalista y psiquiatra Piera Aulagnier, el padre, es eso desconocido (en un primer momento). Es “ese otro” deseado por la madre y por ello el padre tiene poder. Es así como el niño percibe que hay alguien más, que también es importante para su mamá además de él, aspecto de mucha importancia pues se le transmite al bebé/niño que hay algo más que él , que no solo la madre y él existen para completarse. Así es como surge el padre como base de un futuro ideal: «Quiero llegar a ser como él» y posteriormente quiero llegar a ser deseado por una mujer así como mi madre desea a mi padre. A diferencia de ver un padre como rival o como alguien que estorba en el binomio madre-hijo, la función o la presencial del padre ayuda al hijo a que pueda tolerar no ser único y a compartir, a buscar en otro lugar, a explorar el mundo externo. 

 

 

Escrito por: Psicoanalista Leticia Gómez 

Septiembre 2023

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